jueves, 24 de abril de 2008

Una ingesta alta de alimentos ricos en los carotenoides luteína y zeaxantina puede reducir en gran proporción el riesgo de degeneración macular senil. Sin embargo, hay indicios que apuntan que altas dosis de beta-carotenos (también carotenoides) podrían aumentar el riesgo de aparición de la misma enfermedad.
Degeneración macular y nutrición
La luteína es un pigmento vegetal que se encuentra en frutas y hortalizas. No la puede producir nuestro organismo sino que sólo la obtenemos a través de la dieta. En la sangre es transportada por lipoproteínas de alta densidad (LDL) y es captada en el ojo, sobre todo por la retina y el cristalino; allí se metaboliza a zeaxantina. La luteína y la zeaxantina se conocen como «pigmentos maculares», que son los que protegen la mácula o parte central de la retina y el cristalino de la acción oxidante de la luz.
La capacidad antioxidante de estas sustancias es la que reduce el daño provocado en el ojo por la luz ultravioleta y por reacciones fotoquímicas. La concentración de pigmentos maculares en la retina está directamente relacionada con la sensibilidad visual en personas mayores de 64 años, por lo que la densidad de estas sustancias es un indicador útil de la salud ocular.
La mácula es la responsable de la visión central y su degeneración impide actividades como leer, ver la televisión o reconocer las caras. La visión periférica, sin embargo, se mantiene inalterada, por lo que las personas que la sufren pueden manejarse sin ayuda para caminar o realizar otras tareas cotidianas. La
Sociedad Española de Oftalmología estima que en nuestro país unas 800.000 personas están afectadas por esta enfermedad, que es crónica, progresiva y la causa más importante de pérdida irreversible de la visión después de los 65 años. Según la Sociedad Española de Retina y Vítreo, el 29% de la población de edad superior a 55 años, más de tres millones de españoles están en riesgo de padecer esta patología oftalmológica.
La dieta puede jugar un papel muy importante en la prevención y el tratamiento de la enfermedad. Hasta el momento todos los estudios realizados al respecto evidencian que una ingesta dietética alta de luteína y zeaxantina puede proteger contra la degeneración macular senil. También se considera al cinc procedente tanto de la dieta como de suplementos, un agente protector e incluso se ha observado que una ingesta alta de frutas y verduras ricas en beta-carotenos actúa en la misma medida. En nuestra alimentación las fuentes de luteína más comunes son las frutas del bosque (moras, arándanos, frambuesas y fresas silvestres), espinacas, la lechuga, el brócoli, las acelgas y el apio. La zeaxantina por su parte se encuentra en frutas como la naranja o el melocotón y en vegetales como los berros, el maíz o la achicoria.
¿Suplementación necesaria?
Los diversos estudios experimentales y epidemiológicos que se han divulgado en la literatura científica, sobre la protección y la mejora de la visión producidas con la ingesta de ciertas dosis de antioxidantes, dan lugar al planteamiento de si son necesarios o no los suplementos.
Los investigadores de la University of Sydney y de la University of Newcastle han evidenciado lo que otros científicos apuntaban en estudios anteriores: dosis altas de luteína y zeaxantina en la dieta reducen el riesgo de degeneración macular asociada a la edad. También confirman el papel protector del cinc frente a la misma enfermedad. Pero otra observación reflejada en su estudio, y por el momento no respaldada por datos retrospectivos, es que una ingesta dietética alta de suplementos de beta-carotenos pueden incrementar el riesgo de que aparezca dicha enfermedad.
Los suplementos nutricionales están regulados por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, y en nuestro país no están autorizados a superar la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) de cada uno de sus componentes. La CDR es la proporción de cada nutriente que una persona sana debe ingerir por término medio diariamente a través de su dieta, para mantener un buen estado de salud. Actualmente no existe ningún suplemento nutricional en España que haya sido aprobado por las autoridades sanitarias para el tratamiento de la degeneración macular.
Los suplementos nutricionales son fuentes concentradas de nutrientes que sólo persiguen complementar la dieta para añadir o elevar el consumo de aquellos que se consideran necesarios para el óptimo funcionamiento de los tejidos, ya sea porque la dieta que realiza la persona los aporta escasamente, o porque se considere que su refuerzo pueda aportar beneficios adicionales. Nunca un suplemento debe utilizarse como tratamiento de base, ni como sustitutivo de éste o de una dieta equilibrada.
Fuente: Consumer.es

Adelgazar con intuición

Según investigadores de la Brigham Young University, BYU, una buena forma de adelgazar puede ser dejar de lado las dietas hipocalóricas en favor de la 'alimentación intuitiva', basada en el control de la sensación de hambre, de la saciedad y del resto de factores que influyen en la ingesta. Cuándo, qué y cuánto comer dependen, en este caso, de lo que el organismo demanda. Según el estudio publicado en el 'American Journal of Health Education', la alimentación intuitiva se revela como un método eficaz para disminuir el índice de masa corporal (IMC) y el riesgo cardiovascular.
Alimentación intuitiva
La premisa de la alimentación intuitiva es que, en vez de manipular lo que comemos en función de todo tipo de dietas, se debería aprender a reconocer lo que el organismo necesita y regular la alimentación según los mecanismos cerebrales de hambre y saciedad. El hambre es un impulso primario que aparece cuando nace la necesidad de comer. Su objetivo es obtener los nutrientes indispensables para el buen funcionamiento del organismo, que tiene sus mecanismos biológicos para regular este impulso.
El verdadero responsable del control de la ingesta es el hipotálamo. En esta estructura cerebral se encuentran el centro del hambre y el de la saciedad. En él se regula la sensación de hambre y se estimula o se inhibe la ingesta, dependiendo de las señales que reciben ambos centros del resto del cuerpo, relacionadas con la alimentación (niveles de glucosa, contracciones del estómago y nivel de lípidos).
Pero, además, existen otros factores que regulan el hambre y que influyen enormemente en el acto de comer, como son aspecto, olor y sabor de la comida, costumbres alimentarias aprendidas en la infancia, influencias sociales y factores emocionales como ansiedad, estrés o depresión. Según el equipo de investigadores coordinado por Steven Hawks de la Universidad de Brigham, una persona puede aprender a controlar su impulso y alimentarse correctamente sin tener que hacer dietas restrictivas. La base está en adquirir una nueva actitud y en aprender una nueva relación con la comida.
En primer lugar es imprescindible la aceptación del propio cuerpo y concienciarse de que hacer dietas hipocalóricas durante años, muchas de ellas
dietas insanas, conlleva riesgos para la salud. Después se debe aprender a no comer por incentivos ambientales, sociales o emocionales y paralelamente aprender a interpretar las señales del propio organismo, discernir entre apetito o hambre y responder a ellos de una forma saludable. Una práctica en apariencia simple pero que requiere de su tiempo y su método.
¿Dietas de adelgazamiento?
Los creadores de esta teoría comenzaron realizando un estudio en el que contaron con la participación de estudiantes de la propia Universidad de Brigham a los que dividieron en dos grupos, uno de ellos clasificado como 'comedores intuitivos'. Para ello se diseñó una 'escala de alimentación intuitiva' con el fin de definir el perfil de los participantes en el experimento. Los resultados fueron esclarecedores, ya que los llamados 'intuitivos' presentaron un menor IMC que los que no lo eran.
Los niveles de triglicéridos fueron también menores y además aumentó el colesterol bueno. Bajo el auspicio de estos resultados, los realizadores del estudio concluyeron que probablemente este método constituya una buena herramienta para disminuir el riesgo cardiovascular que aqueja a las sociedades occidentales. La publicación de esta teoría incitó a investigadores de otras universidades americanas y de centros de investigación del Reino Unido a valorar esta nueva propuesta de modelo alimentario y los resultados también fueron muy interesantes.
Desde el
Agricultural Experiment Station de la University of California, se propusieron investigar con mujeres obesas, que realizaban periódicamente dietas de adelgazamiento durante años, y las dividieron en dos grupos. Durante seis meses uno de los grupos hizo dieta de adelgazamiento basada en la restricción de calorías y el otro grupo fue entrenado con el método 'Health at every size' basado en las premisas de la 'alimentación intuitiva'. Se tomaron como variables comparativas la antropometría, la presión sanguínea, los lípidos en sangre, el gasto energético, la conducta alimentaria y rasgos psicológicos (imagen corporal, autoestima y estado de ánimo).
Las conclusiones fueron que el grupo de comedoras intuitivas mantuvo después de dos años el peso obtenido tras el tratamiento y el cambio de hábitos alimentarios fue consolidado. Asimismo, todos los factores de riesgo cardiovascular disminuyeron. Las personas que hicieron dieta comenzaron a recuperar el peso inicial a partir de un año de haberla finalizado y no mantuvieron un cambio sustancial en su conducta alimentaria.
Fuente: Consumer.es